Análisis Artículo nº2
http://planteamientoseticosyvaloricos.blogspot.com/2006/09/el-desarrollo-moral-hoy.html
Relaciones horizontales
Potencian el desarrollo de la dimensión relacional humana
Sin lugar a dudas como profesores tenemos una gran responsabilidad, ésta implica muchas veces y como función principal se entiende, el enseñar a los niños, no sólo contenidos, por supuesto, sino una amplia gama de saberes, que lo haga relacionarse con los demás de forma eficaz y además, que haga coherente sus pensamientos y sus valores con sus acciones. Lo que nos hace también ponernos, en cierto modo, en el rol de padres, tratando que, el ámbito de la educación, sea equiparable a otros ámbitos se la vida cotidiana. Teniendo en cuenta que los padres confían en nosotros y nos “entregan” a sus hijos esperando que hagamos de ellos unas excelentes personas, muchas veces olvidando, y sin el afán de juzgar, el rol mismo de la educación familiar. Tenemos que, al igual que los niños, hacer coherentes nuestros pensamientos con nuestras acciones. Pues no se pueden transmitir valores que no poseemos y/o que no ponemos en práctica, debemos vivenciarlos para saber realmente lo que son y qué significan.
Se espera que en el colegio ellos sean capaces de aprender además de contenidos, valores. Ya varias veces hemos escuchado cuando un niño se comporta mal, “eso te enseñan en el colegio”. Esto podría ser una pequeña muestra de las expectativas de la enseñanza formal, implícitamente formuladas, o sea, que en el colegio el niño aprenda mucho más que lo que en teoría debería aprender, sólo contenidos, materias y asignaturas, por ejemplo. Por supuesto no todo se enseña allí, por el profesor específicamente, sabemos también que el grupo de pares es fundamental en el aprendizaje de los alumnos.
Pero, dentro de todos estos conocimientos que el profesor entrega ¿Cuál es el rol que juega el alumno? ¿Ocupa un papel fundamental en el aprendizaje, su aprendizaje?.
No se debe buscar en el a educación una relación vertical, que implique el poder del profesor sobre el alumno, más bien debemos potenciar las relaciones horizontales, relacionadas íntimamente con el trato que entre pares se establece.
Según investigaciones “el profesor de educación básica suele ocupar el lugar central en la actividad pedagógica, efectuando más de un millar de intercambios por jornada” 1. Es esto lo que debemos regular, ya que nosotros no tenemos que ser los “protagonistas del aprendizaje” pues ya fuimos alumnos y no necesitamos aparentar lo que sabemos, tenemos que guiar a los niños es busca de éste.
“La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”2 y es en esta transformación donde buscamos las mejoras y altruistamente podríamos pensar que seremos la base de ese cambio mientras nos tomemos ese rol con seriedad, entregando a los niños las herramientas para que desarrollen capacidades tales como las mencionadas anteriormente.
Reflexionar sobre el mundo en que viven, si están de acuerdo con que éste siga siendo lo que es, o si se puede hacer algo por modificar aquello que no les parece correspondiente a la entera satisfacción de las personas.
La relación entre iguales –compañeros- son educativas en cuanto potencian el desarrollo de la dimensión relacional humana, el contraste de opiniones, el intercambio de conocimientos. En definitiva “todos somos educadores de todos. Mientras vivimos nos hacemos, cada uno con los otros”3 y a esto llamaremos relaciones horizontales.
Sabemos que el acto mismo de reflexionar no es palpable para los profesores, esta participación activa de los alumnos muchas veces no se exterioriza, no obstante, tenemos y debemos dar las instancias para que se lleve a cabo. Educar y educar en valores específicamente, “significa encontrar espacios de reflexión, tanto individual como colectiva, para que el alumnado sea capaz de elaborar de forma racional y autónoma los principios de valor, principios que le van a permitir enfrentarse críticamente a la realidad”4. Y que mejor que la temible relación profesor alumno sea rechazada y en contraposición a ella se otorgue una real convivencia tanto entre compañeros como con el profesor, así pues tendremos valores, principios que engrandezcan al niño como persona, potencien su habilidades, se aproximen como individuos a conductas y hábitos coherentes con los principios y normas que ya hayan hecho suyos. Y que esas relaciones, con lo demás, estén orientadas por valores como la justicia, solidaridad, respeto y cooperación.
Debemos dejar de estar paralizados, como profesores, como personas y como dice Paulo Freire “acabemos de una vez por todas con nuestro verbalismo, con nuestras mentiras, con nuestra incompetencia, frente a una realidad que nos exige una actitud de gran tensión creadora, de poderoso despliegue de la imaginación. La educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal”.
Es en el aula donde se debe favorecer la interacción, “ser tratados como humanos, porque eso de la humanidad depende en buena medida de lo que los unos hacemos con los otros”5. Las relaciones entre iguales, una manera de hacer que los alumnos sean partícipes de su propia educación, que expresen lo que creen y desde pequeños sean críticos a los ideales ajenos que no les son significativos. El profesor muchas veces, no sólo condiciona las interacciones de los alumnos, sino que también su nivel de razonamiento, pues él asume el rol principal e influye altamente en las decisiones que se deben tomar, respecto y de acuerdo a sus orientaciones.
“También coarta la inclinación del alumno a inquirir, de limitar su libertad y de alterar de manera absurda lo que acontece en la vida ordinaria”6
Es por ello que debemos buscar una educación que forme antes que imponga, una educación donde los niños no sean los espectadores del proceso, sino los protagonistas, que ellos se tomen la educación como un acto en el cual encontrarán grandes satisfacciones, donde su capacidad de elegir lo que es correcto sea la manera de su aprendizaje, donde nosotros, los profesores, entendamos que todos los niños son capaces de cambiar el mundo con pequeños actos, el regalo de la decisión tomada con conciencia de causas, con argumentos, que muchas veces ellos son los que los dan, sea un derecho a decir lo que piensan, a decir su palabra.
Con lo dicho anteriormente se procurará una educación en valores en actos, una educación humanista donde se procure una integración del alumno con su realidad, donde pierda el miedo a la libertad, esa libertad que habla Fernando Savater, donde se dé la oportunidad de decidir con esas ciertas cosas que nos convienen o no, que nuestra vida sea en parte resultado de lo que quiera cada cual. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente).
1 Revista educación, Edición 277, Agosto de 2000, Chile Pág. 43
6 Op. Cit 1. Pág. 45
Bibliografía
§ BUXARRAIS, Mª Rosa, “La Formación del profesorado en educación y valores”, Editorial Desclée De Brouwer, S.A., España. Segunda edición (2000)
SAVATER, Fernando, “Ética para Amador” Editorial Ariel S. A., Barcelona, España. (2004)