Francisco y Evelyn

Francisco y Evelyn
¿Es este el mismo sol de ayer o es otro el fuego de su fuego?

miércoles, 24 de octubre de 2007

Relaciones Horizontales. Potencian el desarrollo de la dimensión relacional humana

Análisis Artículo nº2

http://planteamientoseticosyvaloricos.blogspot.com/2006/09/el-desarrollo-moral-hoy.html

Relaciones horizontales
Potencian el desarrollo de la dimensión relacional humana

Sin lugar a dudas como profesores tenemos una gran responsabilidad, ésta implica muchas veces y como función principal se entiende, el enseñar a los niños, no sólo contenidos, por supuesto, sino una amplia gama de saberes, que lo haga relacionarse con los demás de forma eficaz y además, que haga coherente sus pensamientos y sus valores con sus acciones. Lo que nos hace también ponernos, en cierto modo, en el rol de padres, tratando que, el ámbito de la educación, sea equiparable a otros ámbitos se la vida cotidiana. Teniendo en cuenta que los padres confían en nosotros y nos “entregan” a sus hijos esperando que hagamos de ellos unas excelentes personas, muchas veces olvidando, y sin el afán de juzgar, el rol mismo de la educación familiar. Tenemos que, al igual que los niños, hacer coherentes nuestros pensamientos con nuestras acciones. Pues no se pueden transmitir valores que no poseemos y/o que no ponemos en práctica, debemos vivenciarlos para saber realmente lo que son y qué significan.

Se espera que en el colegio ellos sean capaces de aprender además de contenidos, valores. Ya varias veces hemos escuchado cuando un niño se comporta mal, “eso te enseñan en el colegio”. Esto podría ser una pequeña muestra de las expectativas de la enseñanza formal, implícitamente formuladas, o sea, que en el colegio el niño aprenda mucho más que lo que en teoría debería aprender, sólo contenidos, materias y asignaturas, por ejemplo. Por supuesto no todo se enseña allí, por el profesor específicamente, sabemos también que el grupo de pares es fundamental en el aprendizaje de los alumnos.

Pero, dentro de todos estos conocimientos que el profesor entrega ¿Cuál es el rol que juega el alumno? ¿Ocupa un papel fundamental en el aprendizaje, su aprendizaje?.
No se debe buscar en el a educación una relación vertical, que implique el poder del profesor sobre el alumno, más bien debemos potenciar las relaciones horizontales, relacionadas íntimamente con el trato que entre pares se establece.

Según investigaciones “el profesor de educación básica suele ocupar el lugar central en la actividad pedagógica, efectuando más de un millar de intercambios por jornada”
1. Es esto lo que debemos regular, ya que nosotros no tenemos que ser los “protagonistas del aprendizaje” pues ya fuimos alumnos y no necesitamos aparentar lo que sabemos, tenemos que guiar a los niños es busca de éste.

“La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”
2 y es en esta transformación donde buscamos las mejoras y altruistamente podríamos pensar que seremos la base de ese cambio mientras nos tomemos ese rol con seriedad, entregando a los niños las herramientas para que desarrollen capacidades tales como las mencionadas anteriormente.

Reflexionar sobre el mundo en que viven, si están de acuerdo con que éste siga siendo lo que es, o si se puede hacer algo por modificar aquello que no les parece correspondiente a la entera satisfacción de las personas.
La relación entre iguales –compañeros- son educativas en cuanto potencian el desarrollo de la dimensión relacional humana, el contraste de opiniones, el intercambio de conocimientos. En definitiva “todos somos educadores de todos. Mientras vivimos nos hacemos, cada uno con los otros”
3 y a esto llamaremos relaciones horizontales.

Sabemos que el acto mismo de reflexionar no es palpable para los profesores, esta participación activa de los alumnos muchas veces no se exterioriza, no obstante, tenemos y debemos dar las instancias para que se lleve a cabo. Educar y educar en valores específicamente, “significa encontrar espacios de reflexión, tanto individual como colectiva, para que el alumnado sea capaz de elaborar de forma racional y autónoma los principios de valor, principios que le van a permitir enfrentarse críticamente a la realidad”
4. Y que mejor que la temible relación profesor alumno sea rechazada y en contraposición a ella se otorgue una real convivencia tanto entre compañeros como con el profesor, así pues tendremos valores, principios que engrandezcan al niño como persona, potencien su habilidades, se aproximen como individuos a conductas y hábitos coherentes con los principios y normas que ya hayan hecho suyos. Y que esas relaciones, con lo demás, estén orientadas por valores como la justicia, solidaridad, respeto y cooperación.

Debemos dejar de estar paralizados, como profesores, como personas y como dice Paulo Freire “acabemos de una vez por todas con nuestro verbalismo, con nuestras mentiras, con nuestra incompetencia, frente a una realidad que nos exige una actitud de gran tensión creadora, de poderoso despliegue de la imaginación. La educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal”.

Es en el aula donde se debe favorecer la interacción, “ser tratados como humanos, porque eso de la humanidad depende en buena medida de lo que los unos hacemos con los otros”
5. Las relaciones entre iguales, una manera de hacer que los alumnos sean partícipes de su propia educación, que expresen lo que creen y desde pequeños sean críticos a los ideales ajenos que no les son significativos. El profesor muchas veces, no sólo condiciona las interacciones de los alumnos, sino que también su nivel de razonamiento, pues él asume el rol principal e influye altamente en las decisiones que se deben tomar, respecto y de acuerdo a sus orientaciones.
“También coarta la inclinación del alumno a inquirir, de limitar su libertad y de alterar de manera absurda lo que acontece en la vida ordinaria”
6

Es por ello que debemos buscar una educación que forme antes que imponga, una educación donde los niños no sean los espectadores del proceso, sino los protagonistas, que ellos se tomen la educación como un acto en el cual encontrarán grandes satisfacciones, donde su capacidad de elegir lo que es correcto sea la manera de su aprendizaje, donde nosotros, los profesores, entendamos que todos los niños son capaces de cambiar el mundo con pequeños actos, el regalo de la decisión tomada con conciencia de causas, con argumentos, que muchas veces ellos son los que los dan, sea un derecho a decir lo que piensan, a decir su palabra.

Con lo dicho anteriormente se procurará una educación en valores en actos, una educación humanista donde se procure una integración del alumno con su realidad, donde pierda el miedo a la libertad, esa libertad que habla Fernando Savater, donde se dé la oportunidad de decidir con esas ciertas cosas que nos convienen o no, que nuestra vida sea en parte resultado de lo que quiera cada cual. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente).


1 Revista educación, Edición 277, Agosto de 2000, Chile Pág. 43

2 FREIRE, Paulo, “Educación y Concienciación” España Pág 7

3 Op.Cit 1. Pág. 43

4 BUXARRAIS, Mª Rosa, “La Formación del profesorado en educación y valores”, España. Pág. 81

5 SAVATER, Fernando, “Ética para Amador” Barcelona, Pág. 72

6 Op. Cit 1. Pág. 45


Bibliografía


§ BUXARRAIS, Mª Rosa, “La Formación del profesorado en educación y valores”, Editorial Desclée De Brouwer, S.A., España. Segunda edición (2000)

SAVATER, Fernando, “Ética para Amador” Editorial Ariel S. A., Barcelona, España. (2004)

miércoles, 10 de octubre de 2007

Subculturas que concurren en el aula

Análisis Artículo Nº 1

Subculturas que concurren en el aula

Cuando se habla de las subculturas en el aula, generalmente pensamos en un posible conflicto escolar, debido a que las personas que ahí se encuentran, tienen un conjunto de comportamientos distintos, que les diferencia de la cultura mayor de la cual forman parte. Poseen valores, creencias, normas, actitudes y conductas distintas, que además, les son característicos. En la escuela podemos ver niños, en grupos, que aparentemente parecen estar separados irreconciliablemente.

Las subculturas pueden ser distintivas de acuerdo a la edad, raza o género de sus miembros, y las cualidades que determinan que una subcultura sea distinta, pueden ser estéticas, políticas, sexuales o una combinación de ellas. Las subculturas se definen a menudo por su oposición a los valores de la cultura mayor a la que pertenecen, aunque esta definición no es universalmente aceptada por los teóricos; ya que no siempre se produce tan radicalmente esta posición.

Dentro de los rasgos característicos, podemos encontrar, su música, su manera de hablar, su forma de realizar las cosas y hasta de resolverlas, no obstante, todos ellos por diferentes que sean, de igual modo tienen que compartir en el aula. Cabe destacar, “que también se habla, de culturas juveniles, para subrayar la heterogeneidad interna de las mismas”
1.

Nosotros como profesores, sabemos que muchas de las influencias que estos alumnos reciben, es por parte de su grupo de pares, que especialmente los encontramos dentro de la escuela, se identifican a ciertas prácticas, se reconocen a través de cierto lenguaje, en su forma de vestir, de peinar, hablar y hasta de caminar, y es por estas mismas características que se diferencian de los otros.

Nos encontramos también que, muchas veces, para ser aceptados, su grupo los anima a realizar acciones, que dentro del mismo serán aceptadas y tal vez fuera de éste sean repudiadas. Es por esta misma razón, que tenemos que actuar, no en contraposición a su ideales, sino más bien entendiéndolos para que así tengamos una mejor convivencia. De acuerdo con Dick Hebdige, los miembros de una subcultura señalarán a menudo su pertenencia a la misma mediante un uso distintivo y simbólico del estilo.

¿Pero qué pasaría cuando estos ideales o conductas sobrepasan todas las normas establecidas?, lo más lógico sería lidiar con la alternativa correcta, pero... ¿qué es correcto?, ¿considerado por quién?, ¿por ellos o por mí?, bueno es un difícil problema y es ahí cuando recurrimos a lo que consideramos colectivamente correcto, “bueno universalmente”, pues si estas normas no existiesen viviríamos en el más completo caos, es fundamental también que la regulación no sólo sea externa, sino que también pase por sí mismo. Y para que esto suceda, como profesores tenemos que dar las instancia, no siempre tenemos que entregar las soluciones, sino más bien encontrarlas junto a ellos.

No obstante a lo anterior, el conflicto no es sólo con los profesores o adultos, también encontramos disparidad con sus compañeros. En la escuela estos alumnos tienden a no tomarse en cuenta, o lo que es peor pasar en continuas y repetitivas peleas, sólo por el hecho de ser diferentes, como guías del aprendizaje de los alumnos, debemos evitar que esto ocurra, tenemos que enseñar a los niños a respetar y valorar las ideas y creencias de los demás, que si bien, lo más probable es que no sean compartidas, ni profesadas, serán admitidas como válidas. Tenemos que recordar que no sólo enseñamos contenidos, la educación que damos tiene que ser mucho más integral, debemos de entregar valores que puedan imbuir a los niños en un mundo mucho mejor, un mundo sin conflictos que pasen por la intolerancia hacia personas distintas, donde la interacción no sea un problema, sino la manera de conocer a los otros.

Podemos señalar también, además de lo dicho anteriormente, que no tenemos que imponer a los alumnos y alumnas lo que pensamos nosotros del conflicto en cuestión, y repetir mil veces que es malo, sino que tenemos que dar la oportunidad de que ellos mismos se expresen y tomen la decisión de acuerdo a lo planteado. Tenemos más bien, que actuar como mediadores para que se llegue a la mejor solución, y que ésta pueda modificar las relaciones grupales para mejorarlas, siendo imprescindible para una mejor convivencia en el aula. Los alumnos tienes que darse cuenta, por ellos mismos, que las humillaciones hacia los demás por ser diferentes, provocan daño en quienes las reciben y que como seres humanos no tenemos que estar dispuestos a soportar dichas ofensas que nos agreden como persona.

Debemos ir más allá de lo aparentemente obvio, y buscar además de los conflictos colectivos, los que son individuales, que también pueden ser parte fundamental de lo que origina el problema a nivel de curso, ver sus relaciones sociales, estudiando se posición dentro del grupo, analizando sus elecciones o rechazos y examinar el motivo profundo de los mismas.

Es así, con un conocimiento global de la situación que podremos actuar de mejor forma, conduciendo a que los niños se sientan bien y a gusto en el ambiente, donde ellos se autorregulen según sus propios principios, que al ser compartidos con los demás, puedan ser comprendidos como necesarios para que todos participen en la promoción de ellos y para hacer posible una transformación social e individual.
1 En: Feixa, Carles. De Jóvenes, bandas y tribus. Antropología de la juventud, Capítulo III. Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 1999. pp.84-105.

Bibliografía
BRIONES, Guillermo “La investigación en el aula y en la escuela. Formación de docentes en investigación educativa”. Editorial. SECAB Segunda edición (1992), Santafé de Bogota, Colombia

Ministerio de Educación República de Chile, “Programa de Estudio de Sexto año Básico, Nivel Básico 4, Orientación”, (1999) Santiago de Chile,

sábado, 6 de octubre de 2007