Análisis Artículo Nº 1
Subculturas que concurren en el aula
Cuando se habla de las subculturas en el aula, generalmente pensamos en un posible conflicto escolar, debido a que las personas que ahí se encuentran, tienen un conjunto de comportamientos distintos, que les diferencia de la cultura mayor de la cual forman parte. Poseen valores, creencias, normas, actitudes y conductas distintas, que además, les son característicos. En la escuela podemos ver niños, en grupos, que aparentemente parecen estar separados irreconciliablemente.
Las subculturas pueden ser distintivas de acuerdo a la edad, raza o género de sus miembros, y las cualidades que determinan que una subcultura sea distinta, pueden ser estéticas, políticas, sexuales o una combinación de ellas. Las subculturas se definen a menudo por su oposición a los valores de la cultura mayor a la que pertenecen, aunque esta definición no es universalmente aceptada por los teóricos; ya que no siempre se produce tan radicalmente esta posición.
Dentro de los rasgos característicos, podemos encontrar, su música, su manera de hablar, su forma de realizar las cosas y hasta de resolverlas, no obstante, todos ellos por diferentes que sean, de igual modo tienen que compartir en el aula. Cabe destacar, “que también se habla, de culturas juveniles, para subrayar la heterogeneidad interna de las mismas”1.
Nosotros como profesores, sabemos que muchas de las influencias que estos alumnos reciben, es por parte de su grupo de pares, que especialmente los encontramos dentro de la escuela, se identifican a ciertas prácticas, se reconocen a través de cierto lenguaje, en su forma de vestir, de peinar, hablar y hasta de caminar, y es por estas mismas características que se diferencian de los otros.
Nos encontramos también que, muchas veces, para ser aceptados, su grupo los anima a realizar acciones, que dentro del mismo serán aceptadas y tal vez fuera de éste sean repudiadas. Es por esta misma razón, que tenemos que actuar, no en contraposición a su ideales, sino más bien entendiéndolos para que así tengamos una mejor convivencia. De acuerdo con Dick Hebdige, los miembros de una subcultura señalarán a menudo su pertenencia a la misma mediante un uso distintivo y simbólico del estilo.
¿Pero qué pasaría cuando estos ideales o conductas sobrepasan todas las normas establecidas?, lo más lógico sería lidiar con la alternativa correcta, pero... ¿qué es correcto?, ¿considerado por quién?, ¿por ellos o por mí?, bueno es un difícil problema y es ahí cuando recurrimos a lo que consideramos colectivamente correcto, “bueno universalmente”, pues si estas normas no existiesen viviríamos en el más completo caos, es fundamental también que la regulación no sólo sea externa, sino que también pase por sí mismo. Y para que esto suceda, como profesores tenemos que dar las instancia, no siempre tenemos que entregar las soluciones, sino más bien encontrarlas junto a ellos.
No obstante a lo anterior, el conflicto no es sólo con los profesores o adultos, también encontramos disparidad con sus compañeros. En la escuela estos alumnos tienden a no tomarse en cuenta, o lo que es peor pasar en continuas y repetitivas peleas, sólo por el hecho de ser diferentes, como guías del aprendizaje de los alumnos, debemos evitar que esto ocurra, tenemos que enseñar a los niños a respetar y valorar las ideas y creencias de los demás, que si bien, lo más probable es que no sean compartidas, ni profesadas, serán admitidas como válidas. Tenemos que recordar que no sólo enseñamos contenidos, la educación que damos tiene que ser mucho más integral, debemos de entregar valores que puedan imbuir a los niños en un mundo mucho mejor, un mundo sin conflictos que pasen por la intolerancia hacia personas distintas, donde la interacción no sea un problema, sino la manera de conocer a los otros.
Podemos señalar también, además de lo dicho anteriormente, que no tenemos que imponer a los alumnos y alumnas lo que pensamos nosotros del conflicto en cuestión, y repetir mil veces que es malo, sino que tenemos que dar la oportunidad de que ellos mismos se expresen y tomen la decisión de acuerdo a lo planteado. Tenemos más bien, que actuar como mediadores para que se llegue a la mejor solución, y que ésta pueda modificar las relaciones grupales para mejorarlas, siendo imprescindible para una mejor convivencia en el aula. Los alumnos tienes que darse cuenta, por ellos mismos, que las humillaciones hacia los demás por ser diferentes, provocan daño en quienes las reciben y que como seres humanos no tenemos que estar dispuestos a soportar dichas ofensas que nos agreden como persona.
Debemos ir más allá de lo aparentemente obvio, y buscar además de los conflictos colectivos, los que son individuales, que también pueden ser parte fundamental de lo que origina el problema a nivel de curso, ver sus relaciones sociales, estudiando se posición dentro del grupo, analizando sus elecciones o rechazos y examinar el motivo profundo de los mismas.
Es así, con un conocimiento global de la situación que podremos actuar de mejor forma, conduciendo a que los niños se sientan bien y a gusto en el ambiente, donde ellos se autorregulen según sus propios principios, que al ser compartidos con los demás, puedan ser comprendidos como necesarios para que todos participen en la promoción de ellos y para hacer posible una transformación social e individual.
1 En: Feixa, Carles. De Jóvenes, bandas y tribus. Antropología de la juventud, Capítulo III. Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 1999. pp.84-105.
Bibliografía
BRIONES, Guillermo “La investigación en el aula y en la escuela. Formación de docentes en investigación educativa”. Editorial. SECAB Segunda edición (1992), Santafé de Bogota, Colombia
Ministerio de Educación República de Chile, “Programa de Estudio de Sexto año Básico, Nivel Básico 4, Orientación”, (1999) Santiago de Chile,
Bibliografía
BRIONES, Guillermo “La investigación en el aula y en la escuela. Formación de docentes en investigación educativa”. Editorial. SECAB Segunda edición (1992), Santafé de Bogota, Colombia
Ministerio de Educación República de Chile, “Programa de Estudio de Sexto año Básico, Nivel Básico 4, Orientación”, (1999) Santiago de Chile,
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